Su lenguaje es llano, sencillo. Prefiere la llamada directa al móvil. Ha abierto los brazos a todos los que quieran ser abrazados por el amor de Dios. Ha querido subrayar el aspecto social de la salvación sobre el individual. Ha querido recordarnos más el encuentro que el dogma, el perdón que la moral; más la misericordia que la justicia. Ha sabido girar una Iglesia quizás más preocupada en decirnos lo que tenÃamos o no que hacer que en comprendernos y acogernos. Nos ha recordado que un gesto vale más que mil palabras. Que la práctica deja una huella más profunda que la teorÃa. Y ha salido todos los dÃas en busca del hijo pródigo, mientras que al hijo que se quedaba en casa, le recordaba la alegrÃa de "permanecer con Dios". En estas pocas lÃneas queremos simplemente mostrar la esencia de lo esencial sobre su visión de Dios y de la Iglesia y, hacerlo, intentando penetrar antes en su corazón a través de su mirada. Lo adelantamos ya: él mira como previamente se ha visto mirado por Dios. Éste es su secreto. Cuando se cumplen diez años del pontificado del papa Francisco y las librerÃas nos ofrecen ya muchos tÃtulos sobre sus enseñanzas, en este libro se quiere rendir un pequeño homenaje agradeciéndole su empeño durante este tiempo, sobre todo, por tratar de cambiar la mirada de millones de personas, creyentes y no creyentes sobre Dios y la Iglesia. "Hoy en la oración surgÃa en mi corazón, se me hacÃa presente cómo era la mirada de Jesús hacia Pedro".