«Estamos ante un texto de puro amor, de ardiente amor, donde el deseado predominio de lo sagrado nunca puede hacer que el lector olvide el sentimiento fÃsico que lo envuelve todo de espiritualidad. De ahà su trazo, tan medieval: lo espiritual se calienta en el horno de la carne. ¿No está ello en muchos mÃsticos mahometanos, esencialmente sufÃes, como quedó ya apuntado?»Luis Antonio de Villena, escritor